domingo, 9 de febrero de 2020

TERTULIA POLÍTICA

Se desmorona Jaime Bonilla

Hoy, Bonilla mantiene una feroz guerra en contra
de que los carros “chocolates” circulen libremente, como
lo hacen los afiliados a la Asociación Nacional
de Protección a los Mexicanos (Anapromex),
que preside Fidel Villanueva Ramírez, en todos
los estados de la frontera norte… (habla a diario de decomisos,
pero en ningún momento incluye a los que circulan
con el distintivo de Anapromex, sabe que gozan de un amparo
de la justicia federal, que provocaría incluso
su caída del gobierno, en caso de que se meta con ellos


Pedro Martínez Serrano
El gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez es un sujeto con antecedentes penales,  profundamente corrupto, traicionero, reptil y trepador, oportunista y bufón, según se ofrezca, según sienta que complace y queda bien con Andrés Manuel López Obrador, de quien dice en corto, que le debe mucho, pues durante cuando menos dos de sus campañas en busca de la presidencia de la República, lo patrocinó con varios millones de dólares.
        Y consecuencia de ese adeudo presidencial con él, Bonilla siente que encabeza un gobierno autónomo, en el que puede hacer lo que le venga en gana, más allá de los ordenamientos constitucionales (signo de la 4ta. Transformación), primero intentó ampliar su administración de 2 a 5 años, con el voto pagado de los integrantes de la anterior y la actual legislaturas de la Baja California, no lo consiguió.
Luego ninguneó y ofendió a los empresarios, lo menos que les dijo, es que son como “un puerco atorado en un cerco”; sus locuras no tienen límite, como tampoco su proclividad al dinero fácil, lo que se acreditó en el arranque de su administración, cuando explotó el escándalo de los “moches”, cuando el ex diputado local, Rosendo Colorado denunció haber entregado millones de pesos a dos funcionarios más tarde cesados, de lo que estaban enterados el secretario de gobierno, Amador Rodríguez Lozano y el mismísimo gobernador Jaime Bonilla Valdez.
La preocupación del señor Bonilla, que en su oportunidad renunció a su nacionalidad mexicana, para poder contender por la titularidad del Distrito de Agua de Otay Mesa, en San Diego, California, de dotare de cientos de miles de desayunos calientes para estudiantes de educación básica, resultó un fiasco, una burla, la oportunidad para pedir dinero a empresarios a los que ofreció obra a cambio de donativos generosísimos.
  Luego, recién arrancó su (des) gobierno, Bonilla Valdez volvió a cambiar de opinión con relación a los carros de procedencia extranjera, pues cuando el ex gobernador Francisco Vega intentó hacer un censo y decomisos como los que él ordenó ahora, se opuso rotundamente e increpó al mandatario panista, lo amenazó incluso de demandar juicio político en su contra.
Hoy, Bonilla mantiene una feroz guerra en contra de que los carros “chocolates” circulen libremente, como lo hacen los afiliados a la Asociación Nacional de Protección a los Mexicanos (Anapromex), que preside Fidel Villanueva Ramírez, en todos los estados de la frontera norte.
El norteamericano renegado de su nacionalidad mexicana, habla a diario de decomisos, que si ya van 100, que si van 150, pero en ningún momento incluye a los que circulan con el distintivo de Anapromex, sabe que gozan de un amparo de la justicia federal, que provocaría incluso su caída del gobierno, en caso de que se meta con ellos.
En el colmo de la estupidez, el gobernador al que se acusa entre dientes de golpeador de mujeres, no entiende que la economía de Baja California, se mueve sobre ruedas de carros de origen extranjero y, aunque su pariente y secretario de Economía, el oportunista Mario Escobedo sabe que la altísima contribución al Producto Interno Bruto Nacional (PIB) de Baja California, no se lo dice, lo secunda en sus locuras, porque dentro de unos meses, buscará ser el candidato a gobernador para el 2021.
Y más, el loquillo, bipolar y desquiciado Bonilla no para en sus ocurrencias y torpezas políticas, en las que incurre, porque como él dice, Andrés Manuel se la debe. Ahora anuncia que rifará la casa de gobierno, que porque él no la ocupa y claro que no la ocupa, él sigue viviendo en San Diego, Estados Unidos.

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